Reflexiones Semanales del 15 de Mayo de 2022

Primera Comunión

Cada año tengo el privilegio de ver a los niños pequeños de nuestra familia parroquial recibir el Cuerpo de Jesús por primera vez. Me paro en la parte de atrás de la iglesia con asombro y siento la piel de gallina en mis brazos. Esta es la culminación de su preparación y el comienzo de su relación más profunda con el Señor en su jornada de fe. ¡Ay, qué sentimiento! Ese sentimiento es el mismo que tuve hace tantos años cuando recibí mi Primera Comunión.

Este segundo sacramento de iniciación es “el” ritual más íntimo de nuestra fe. Hace varios años, un amigo lo     describió de esta manera: “Cuando recibo a Jesús, puedo sentir una hermosa luz blanca moverse a través de mi cuerpo. Sé que Jesús vive en mí”. ¡Guau! Lo asombroso es que Jesús continúa viviendo en nosotros todo el     tiempo. Cuanto más recibimos, más cerca traemos a Jesús a nuestras vidas en un nivel más cálido y familiar.

¡Recibirlo más a menudo es la clave para llegar a ser más como Él, seguir Su camino y vivir con Él para siempre! Esta no es una tarea fácil, especialmente en nuestro  mundo actual. Jesús nos pide sólo dos cosas: amar a Dios y amarnos los unos a los otros. Parece una simple petición. Sin embargo, es difícil encontrar el amor para algunas personas: desde aquellos que cometen crímenes atroces contra víctimas inocentes hasta aquellos que nos han lastimado profundamente con palabras o acciones de odio, venganza o indiferencia.

Para ser como Jesús necesitamos ser uno con Jesús. No siempre es fácil amar a TODOS. Pero cada día, cada semana, Jesús nos invita a sentarnos a la mesa y compartir Su Cuerpo/pan y Sangre/vino. Él nos está    diciendo que lo hagamos parte de nuestro cuerpo y de nuestra vida y cuanto más lo hagamos, más seremos  como Él. No siempre es fácil beber del cáliz. Incluso Jesús le pidió al Padre que dejara pasar esta copa sobre Él. Pero – porque Él nos ama, Él aceptó Su copa de sufrimiento para librarnos de los pecados y poder vivir con Él en el reino de Dios para siempre.

¿Aceptarás la copa? ¿Vendrás a la mesa al menos una vez a la semana? ¿Recibirás a Jesús en tu corazón como lo hiciste la primera vez?

Angie Rebbert