Del Escritorio del Diácono para el 4 de Septiembre de 2022

Queridos Amigos:

Nuestra historia del Evangelio de hoy de Lucas 14:25-33 es difícil de entender. Jesús nos está diciendo al comienzo de este Evangelio que a menos que odiemos a nuestra madre y padre, esposa e hijos, a nuestros hermanos y hermanas, incluso a nuestras propias vidas, ¡no podemos ser discípulos de Jesús! El final del Evangelio es casi igual de desafiante. Jesús nos dice que si no renunciamos a todos nuestros bienes no podemos ser sus discípulos. ¿Qué sucedió? ¿Dónde está el amoroso y bondadoso Jesús? ¿Dónde está el Jesús que curó a los enfermos y se ofreció a sí mismo en la cruz por nuestros pecados?

Jesús está hablando con mucha exageración. Lo hace para que la gente lo escuche. Esta era una práctica común en la época de Jesús y así es como habla la gente en el Medio Oriente hoy. Gran parte de esta exageración se puede ver en nuestros anuncios de televisión, radio e impresos. Si los toma literalmente, creo que todos podemos estar de acuerdo, sin duda se sentirá decepcionado.

El propósito de que Jesús sea tan enfático es inculcarnos la importancia de nuestra relación con Dios. Simplemente, Jesús nos está diciendo que él debe ser el centro de nuestras vidas. Todo lo que hacemos debe estar guiado por la enseñanza de Jesús y la forma de vida que nos muestra en los Evangelios. Debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que las posesiones y los deseos egoístas no tengan prioridad sobre nuestra relación con él o entre nosotros.

Seguir a Jesucristo significa que ponemos todo lo demás en segundo lugar. Entonces llevamos nuestra propia cruz y sufrimos junto con Jesús; después de todo, lo dio todo para que pudiéramos vivir eternamente con él.

¡Paz y Todo Bien!

Diácono Jim