Reflexiones semanales del 6 de marzo de 2022

En el Primer Domingo de Cuaresma, leemos acerca de la Tentación de Jesús en el Evangelio de Lucas (4:1-13). El Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto de Judea para ayunar y ser tentado durante 40 días. De esta manera, Nuestro Señor experimentó la difícil situación de aquellos a quienes Él vino a salvar, vagando en el desierto del pecado, y dejados insatisfechos por la falta de bondad allí.

Pero a pesar de las ofertas de satisfacción y poder terrenal del diablo, Jesús permanece fiel a Dios y a su ministerio. No vino por Su propio bien, sino por el nuestro, y siempre ha cumplido Sus promesas para con nosotros. Él todavía está con nosotros hoy.

Y así, mientras participamos en las prácticas cuaresmales de oración, ayuno y limosna, miremos el ejemplo de Jesús en el desierto. Soportó desafíos y dificultades con un propósito, es decir, por amor a Dios y al prójimo. Que ese sea nuestro propósito esta Cuaresma. Como Jesús, que podamos ofrecernos para llevar el amor de Dios al mundo que nos rodea.

El Catecismo nos enseña:

540 La tentación de Jesús revela el modo en que el Hijo de Dios es el Mesías, al contrario del modo que Satanás le propone y del modo que los hombres le quieren atribuir. Por eso Cristo venció al Tentador por nosotros: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido probado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecar”. Por los solemnes cuarenta días de Cuaresma la Iglesia se une cada año al misterio de Jesús en el desierto. – por Chris Brooks