LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Cuando miro hacia atrás en los últimos doce años de mi vida, pienso en todo lo que ha cambiado. Ya sea repintando las paredes de nuestra cocina de color amarillo brillante, colocando aparatos ortopédicos o mi hermano mudándose, siempre he luchado con el cambio y he tratado de resistirlo, pero fue en vano. En medio de todo este cambio, ha habido una constante inquebrantable: la iglesia.
Si hay algo que he aprendido, es que la fe siempre cambia. Nuestra fe crece junto a nosotros. Con todo el caos que sucede en nuestras vidas, es importante ahora más que nunca saber que Dios está siempre con nosotros. Acabo de terminar mi última semana de secundaria y estoy emocionado pero aterrorizado de ver lo que me depara el futuro. Sin embargo, planeo continuar fortaleciendo mi fe en la universidad y no puedo esperar a ver qué nuevos amigos y oportunidades me crea.
Muchas personas ya no consideran que la fe sea una prioridad cuando van a la universidad y avanzan en la vida. Personalmente, no puedo imaginar una vida sin mi Señor; Siempre estoy hablando con Dios y orando para que me guíe. Cuando estoy perdido, recurro a Él para que me guíe hacia el camino correcto. Aunque lo desconocido puede dar miedo, podemos buscar consuelo al saber que siempre tendremos el amor de nuestro Dios y de nuestra comunidad para apoyarnos.
Mientras viajamos hacia lo desconocido o enfrentamos cambios en nuestras vidas, consolémonos con las palabras de Jesús que escuchamos en cada misa: “La paz os dejo, mi paz os doy”. Llenos de Su paz, no hay nada que temer y razón para estar ansiosos porque nuestro Señor siempre está con nosotros.
– Amanda R. Traube
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