Queridos Amigos:
Hoy es la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 para la iglesia universal en su encíclica Quas Primas. Esta encíclica y la fiesta fueron promulgadas por el Papa Pío porque muchos cristianos (incluidos los católicos) dudaban de la autoridad de Cristo y de su existencia. El problema era más frecuente en Europa, pero tampoco era desconocido aquí.
En nuestro país no estamos demasiado familiarizados con la realeza y sus formas. Me atrevo a decir que la mayoría de nosotros no tenemos idea de cómo gobernaron los reyes y las reinas y, en algunos casos, todavía gobiernan hoy. Lo interesante que encuentro en esta fiesta es que, si bien Jesús tiene pleno y absoluto poder y autoridad, viene a nosotros como un Rey Siervo, un rey que realmente se preocupa por su pueblo. Él siempre está con ellos y siempre está abierto a ofrecer perdón y amor en todas las circunstancias. Hasta donde yo sé, nunca ha habido un rey así excepto Jesús.
¿Te has preguntado alguna vez cómo fue para Jesús mientras caminaba sobre esta tierra? ¿Alguna vez te preguntaste qué pensaba cuando veía a las personas lastimándose, aprovechándose unos de otros, imponiendo sus propias ideas del bien y el mal sobre aquellos que no tenían manera de defenderse? Me pregunto qué pensó cuando la clase dominante lo convirtió en blanco de tortura y muerte porque era bueno con las personas que lo rodeaban. Algo para pensar ¿no?
Mis queridos amigos, ¡tenemos un rey diferente! Es un rey que realmente se preocupa por su pueblo, un rey que quiere pasar la eternidad con nosotros, sus hermanos y hermanas. ¡Supongo que podrías decir “es genial ser rey”!
¡Paz y Todo Bien!
Diácono Jim
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