Del Escritorio del Diácono para el 23 de Octubre de 2022

Queridos Amigos:

Estoy seguro de que todos estamos familiarizados con la lectura del Evangelio de hoy de Lucas 18: 9-24. Es la historia del fariseo y el recaudador de impuestos. Los fariseos tenían trabajos regulares y por la noche pasaban 3 o 4 horas estudiando las Escrituras. Los recaudadores de impuestos probablemente eran judíos que habían tomado un trabajo en el gobierno recaudando impuestos. Un recaudador de impuestos pujaría por cierto territorio y aceptaría pagarle a Roma una cierta cantidad de dinero por ese territorio. Cualquier cosa que el recaudador de impuestos recibiera sobre la cantidad prometida sería su pago. Como puede imaginar, esto se prestó a una gran cantidad de cobros excesivos y de aprovecharse de las personas que no podían defenderse.

Ambos hombres entran al templo para orar. El recaudador de impuestos obviamente estaba arrepentido por la forma en que había tratado a las personas mientras suplicaba a Dios que lo perdonara por sus pecados. El fariseo se para donde todos puedan verlo y agradece a Dios que es mucho mejor que todos los demás, incluido el recaudador de impuestos.

Creo que todos nosotros en un momento u otro podríamos ponernos en los zapatos del recaudador de impuestos o del fariseo. A veces pensamos que somos mejores que otras personas y agradecemos a Dios que lo somos. A veces nos arrepentimos de verdad de nuestros pecados y pedimos el perdón de Dios.

El mensaje del Evangelio de hoy es mirar en nuestros corazones y ver dónde estamos. Entonces, y solo entonces, le pedimos a Dios que nos muestre cómo ser verdaderamente humildes. Todos somos pecadores en un momento u otro. La clave es explorar esos tiempos y pedirle a Dios que nos muestre lo que quiere que seamos.

¡Paz y Todo Bien!

Diácono Jim